Aprender macramé, el arte de los nudos decorativos, es aprender un arte ancestral, es una transmisión comunitaria es una actividad en la que las herramientas son las manos.
Esta artesanía podría generar trabajo remunerado en la venta de los productos y decorar los espacios que se habita, regalar, adornar y usar los accesorios realizados.
En la actualidad, tiempo en el que se consumen productos industrializados recuperar la enseñanza de una artesanía genera lazos comunitarios tan fundamentales en esta época. Una artesanía no tiene punto de comparación con un producto industrializado, la artesanía lleva la marca de su creadora/creador, es un objeto con identidad propia.
El Macramé revaloriza el tiempo, esta tarea que lo requiere y mucho permite la pausa, el detenimiento, la constancia y la paciencia. El encuentro con la posibilidad de crear objetos útiles, bellos hechos con las propias manos resignifica las posibilidades que tiene una persona: el aprendizaje de una nueva habilidad, el encuentro con otras/otros, el ensayo y el error, el uso de lo que se elabora pudiendo dar rienda suelta a la creatividad, generando una gratificación personal, una forma de autoconocimiento, de expresión y de transformación.
El macramé es una artesanía dinámica, cambia, se reinventa constantemente y va más allá de lo utilitario.